Argentina se posiciona como un actor clave en la región para liderar la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles en medio de un escenario global de cambio climático y escasez de recursos naturales
La transición energética es un desafío global que se ha vuelto cada vez más apremiante en el contexto actual de cambio climático y escasez de recursos naturales. Latinoamérica, con su rica diversidad de fuentes de energía, desempeña un papel crucial en este proceso, y Argentina se posiciona como un actor clave en la región.
Latinoamérica cuenta con una gran dependencia de fuentes de energía no renovable, como el petróleo, el gas y el carbón. Si bien estas fuentes impulsaron el crecimiento económico en la región durante décadas, también contribuyeron significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático.
Para continuar el camino hacia la descarbonización y lograr un escenario de cero emisiones, se necesita un desarrollo todavía más profundo de las energías renovables en toda la región. Hasta 2021 se instalaron 0,8 TW de energía eólica en todo el mundo. Para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C, tal como se exigió en el Acuerdo de París, y mantener el rumbo hacia Net Zero, para 2030 se necesita instalar el triple de la capacidad ya instalada.
El liderazgo de Argentina en la transición energética no solo beneficia al país, sino que también tiene un impacto positivo en toda la región latinoamericana e incluso a nivel mundial. Enfrentar estos desafíos es posible, pero resulta fundamental comenzar a generar un cambio en toda la región para acelerar la transición energética, a la velocidad que vamos no es suficiente. Migrar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles no solo reducirá las consecuencias del cambio climático, sino que a su vez ayudará a diversificar la matriz energética, a reducir la vulnerabilidad económica, promover la innovación y la creación de empleo en el sector energético. Y desde el punto de vista social no podemos perder de vista que las personas de menos recursos son justamente las más afectadas por los efectos del cambio climáticos, por lo que entonces con más razón aun debemos redoblar esfuerzos para no empeorar aún más las condiciones de vida de la sociedad.
Argentina se está posicionando como uno de los países más importantes para liderar esta transición. Hoy en día, estableció una meta en 2015 para tener 20% de su energía de fuente renovable para 2025, y recientemente amplió ese objetivo a 30% para 2030. Con 4,7 GW de instalaciones solares y eólicas a escala de servicios públicos ya en funcionamiento, y 1,2 GW de capacidad prospectiva en la cola para 2025, la capacidad operativa total de Argentina entre estas dos fuentes contribuiría con 5,9 GW (59%) de este objetivo.
Pero para alcanzar el objetivo del 30% debemos al menos duplicar el trabajo acumulado hasta ahora, es decir, debemos alcanzar al menos los 10 GW de capacidad renovable instalada en Argentina para 2030. Cumplir con esta meta representa un enorme desafío tecnológico, industrial y logístico, acompañado de una gran inversión. Resulta fundamental la ampliación de las redes de transporte que permitirá una mayor interconexión, permitiendo así al sector eólico una mayor participación en la energía total del sistema, ya que se destaca como una de las energías más competitivas del país, y que además se viene desarrollando de forma federal. A pesar de los desafíos macroeconómicos en nuestro país, tenemos perspectivas de ampliar al menos en 4 GW adicionales a incorporar en el sistema a través de mercado privado (MATER), pero depende exclusivamente del crecimiento de las redes de transmisión.


