Por Victoria Alvarez
Con cada movimiento brusco del Bitcoin los medios de comunicación se hacen eco y comienzan los debates. Aunque en general estos se hayan en torno a si se trata o no de una burbuja, o si acaso estamos ante un futuro medio de pago ampliamente aceptado y alternativo a las monedas emitidas por los gobiernos nacionales. En el último tiempo todos hablaban acerca del consumo de energía de esta criptomoneda.
El tema vuelve al centro de la escena luego de la repercusión que causó el índice de consumo de electricidad de Bitcoin que calcula la prestigiosa universidad de Cambridge. A través de la pagina web https://cbeci.org/ se puede acceder al valor en tiempo real y a la metodología usada para su estimación. La cifra impacta dado que según sus cálculos la red Bitcoin consume 130.00TWh por año, solo un poco más de la energía eléctrica que utiliza toda la Argentina (valorada en 125.03TWh por año).
Lo cierto es que si bien se trata de un dato no menor la comparativa debería ser otra. El Bitcoin consume electricidad a través de la minería de prueba de trabajo que es lo que permite validar las transacciones, no nos olvidemos que se trata de un sistema que no cuenta con autoridad central. En términos simples, la tecnología blockchain en la que se basa el Bitcoin es una cadena de bloques, un libro de contabilidad público en el que se registran todas las transacciones que se realizan en ésta criptomoneda. Cada bloque contiene un conjunto de transacciones y es agregado por el minero que logra resolver un problema, es decir, un rompecabezas criptográfico. Podemos pensar que se trata de descubrir un número y que se vuelve más difícil descifrarlo cuanto más mineros quieran hacerlo, su recompensa son Bitcoins. La forma de lograrlo es invirtiendo en hardware de minería y en electricidad para hacer funcionar y luego enfriar estas máquinas. Aunque los modelos más nuevos de computadoras son cada vez más eficientes energéticamente, igual se consume bastante electricidad. Nos remitimos a los datos antes mencionados.
Si bien la comparativa propuesta por la casa de estudios es con el fin de poner en contexto los datos, dado que muchos no estamos ni familiarizados con la unidad de medida del consumo de electricidad ni con los valores que esta variable puede tomar, lo óptimo sería compararla con la industria bancaria tradicional y con todo el proceso de impresión y acuñación de moneda física. No olvidemos que mientras en el Bitcoin la energía acumulada es la que oficia de muro para volverlo inmutable, en el sistema tradicional estamos hablando de muros físicos que también necesitaron y necesitan energía para construirse. Y no solo las bóvedas que se utilizan para almacenar dinero sino a toda la infraestructura bancaria que intermedia, por ejemplo, en las transferencias bancarias que hacemos. Sería ideal realizar un estudio que logre contemplar pormenorizadamente todas las aristas de ambos sistemas.
El siguiente gráfico que comparar el consumo de energía del sistema bancario, la minería de oro y la minería de Bitcoin:

Los valores están en millones y la unidad de medida de energía utilizada es gigajoules (GJ).
A simple vista se evidencia la preponderancia del sistema bancario que consume 2340 millones de GJ por año. También se observa cómo la minería de oro consume más del doble de energía que la criptomoneda. Lo cierto es que, si bien este gráfico adquiere mucha relevancia, el número de transacciones validadas por los mineros es baja respecto al predominio que tiene el sistema bancario tradicional en nuestra vida.
La polémica al respecto continuará, pero lo que es seguro es que el Bitcoin reformula tanto la generación como la transferencia de dinero. La tecnología de blockchain ofrece un abanico de oportunidades por ser un sistema de registro transparente, seguro y democrático. Con el tiempo su uso se va a generalizar en diferentes áreas, sólo nos queda esperar a que nos sorprenda.


