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Opinión

Luces y sombras a 30 años de la creación del Mercosur

Por Facundo Fredes

Se llevó a cabo una nueva cumbre de presidentes y ministros del Mercosur (Mercado Común del Sur), un acontecimiento especial para el bloque, no solo por el contexto de pandemia en el que se realiza, sino también por celebrarse 30 años de la firma del Tratado de Asunción que le dio inicio. Como en muchos otros aspectos de la vida un aniversario invita a reflexionar sobre aquello que se celebra, en este sentido se percibe un ambiente de fuertes disputas entre los socios e incertidumbres sobre el futuro de la integración regional.

Una revisión sobre el estado actual de la alianza sudamericana no debe pasar por alto que el bloque en estos momentos se encuentra disminuido dado que uno de sus miembros se encuentra suspendido. Además de los socios fundadores Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y de Bolivia, que se encuentra en proceso de adhesión, también forma parte del grupo Venezuela, este quinto integrante ingresó de manera plena en el año 2012 y se encuentra suspendido por la cláusula democrática desde el 5 de agosto de 2017. Si bien no es la primera vez que se suspende a un país (Paraguay estuvo apartado entre los años 2012 y 2013 luego del golpe institucional al expresidente Fernando Lugo) la situación irregular de un integrante debería ser una cuestión a resolver, ya sea a través de la remoción de la suspensión por interpretar de una forma distinta la situación que atraviesa Venezuela o mediante la creación de condiciones propicias para que la República Bolivariana supere su crisis política y ya no sea necesaria la cláusula. Sin embargo, la exclusión del tercer socio en importancia en términos de PBI, población y extensión territorial no parece ser un ítem central en la agenda de los líderes.

Sin dudas la suerte que pueda correr el Mercosur se encuentra signada por la relación entre sus dos socios mayores, Argentina quien detenta la presidencia pro tempore y por lo cual es la encargada de organizar la reunión, y Brasil potencia regional que hoy atraviesa una importante crisis de legitimidad. El devenir de las décadas y las sucesiones de distintos gobiernos democráticos en ambos países ha demostrado que buena parte de la integración regional gira alrededor del vínculo entre estos dos vecinos. Pueden encontrarse antecedentes que avalan esta teoría que son inclusive anteriores a la conformación del Mercosur, como por ejemplo la Declaración de Foz de Iguazú firmada en 1985 por los presidentes Alfonsín y Sarney que sentó las bases para la futura conformación del bloque regional. Luego en la etapa neoliberal de los noventa ambos países con sus distintos gobiernos impulsaron el libre comercio y la globalización financiera en la región, dando como resultado un incremento notable del comercio intrazona. Mientras que en el nuevo siglo el entendimiento entre los gobiernos del PT y del peronismo viró la región hacia un neodesarrollismo y una mayor autonomía que se manifestó en la conformación de distintos órganos internacionales (CELAC, ONASUR, entre otros). Finalmente, con la restauración conservadora encabezada por el tándem Macri-Temer reaparecieron los reclamos por una mayor apertura económica y la predisposición a negociar con otros países y bloques, siendo el acuerdo con la UE (Unión Europea) el punto más relevante de esta etapa.

Si bien todo este recorrido no estuvo exento de discrepancias y conflictos que socavaron el camino integracionista la situación actual es inédita. Tanto Bolsonaro como Fernández parecen reconocer en el otro un adversario político regional, tal es así que a más de un año de convivencia de ambos en el gobierno todavía no se han visto las caras (la cumbre del Mercosur iba a oficiar como primer encuentro personal entre los mandatarios, pero la administración argentina decidido que se haga de forma virtual por motivos de la pandemia). En los últimos años Brasil privilegió su trato con los países del pacífico, en especial los pertenecientes al Grupo de Lima, y se ha provisto un mayor acercamiento a los EEUU. Mientras que desde la rosada se optó por acercarse a México para surfear la adversidad en Sudamérica, y no se dudó en extender lazos con potencias extra-americanas (la crisis sanitaria brindó la oportunidad de estrechar relaciones con China y Rusia).

Aunque más allá de las discordias personales Brasil y Argentina siguen siendo vecinos y así lo reflejan los números del comercio exterior. Según datos oficiales del INDEC, Brasil volvió a ser el principal socio comercial de la Argentina en enero del 2021. Las cifras marcan un aumento del 18,1% de las exportaciones argentinas, mientras que las importaciones provenientes de Brasil se elevaron en un 15%, alcanzando 823 y 760 millones de dólares respectivamente. Además, según datos recopilados por analistas privados estas estadísticas se mantuvieron en alza durante febrero y el superávit comercial argentino fue aún mayor.

Por otro lado, los socios menores del Mercosur también muestran disconformidades con el estado actual del bloque y reclaman cambios. Tanto Paraguay como Uruguay velan por una mayor apertura comercial o en todo caso flexibilizar las reglas del grupo para que cada integrante pueda firmar acuerdos con terceros países sin que las normativas del Mercosur sean un lastre. Además, plantean la necesidad de disminuir el arancel externo común (que ronda el 12% siendo uno de los más elevados del mundo) que perjudica sus posibilidades de desarrollo dado que encarece las importaciones. Estos cuestionamientos se explican por la distinta especialización productiva de sus integrantes, mientras que Brasil y Argentina tiene un mayor tejido productivo, los socios menores dependen más de su sector primario exportador. Si bien estas discusiones ya llevan varias décadas en el interior del Mercosur en los últimos años han tomado mayor impulso debido a la baja del comercio intrazona y a cierta recepción que han tenido en algunos sectores de Brasil y Argentina.

Todos estos reclamos y desencuentros por los que hoy pasa el mayor bloque económico de Sudamérica no hacen otra cosa que implantar dudas sobre cual será el camino que tomaran los distintos países en los próximos años y que tipo de integración tendremos en la región. De lo que si podemos estar seguros es que ninguno abandonará el vecindario y la realidad económica mantendrá los lazos de unión.